viernes, 29 de julio de 2011

Pequeños godos II

 

Hace un par de semanas publiqué la primera parte de un connato de análisis de la entrevista dada por el movimiento Restauración Nacional a la revista Semana hablando de sus orígenes, sus propósitos, líderes del movimiento así como sus faros ideológicos.  

Semana.com: Ustedes dicen que piensan constituirse en fuerza política. ¿Cómo piensan lograrlo?

Restauración Nacional: Vamos a constituirnos como movimiento político para las próximas elecciones mediante la recolección de firmas de apoyo ciudadano, y a solicitar personería jurídica ante los organismos competentes. Actualmente estamos en la etapa de consolidación del movimiento a nivel nacional para tener un grupo
base en por lo menos 20 capitales de Colombia.

Está bien, toda vez que estos movimientos conserven la calma y no se abroguen el derecho de hacer uso de la violencia contra sus opositores, tendrán abiertas las puertas de la democracia.Juan-Manuel-Santos-Claderon

Semana.com: ¿Qué piensan del Gobierno de Juan Manuel Santos?

R.N.: Ha dejado la política de seguridad democrática en segundo plano esperando, tal vez, la negociación política con las Farc para terminar el conflicto armado. Consideramos que las Fuerzas Militares deben fortalecerse, recibir el respaldo de todos los estamentos del Estado, que se le devuelva la moral a la tropa y el fuero militar.

Restauración Nacional pretende que la única salida al conflicto sea por las armas. Infortunadamente –y a propósito del gusto que tienen ellos por la fe- pecan de lo mismo que han pecado los distintos gobiernos que se han centrado en golpear a los movimientos insurgentes: ahogar la llama sin cortar el combustible que la alimenta, que es la falta de oportunidades en el campo. El desempleo rural adquiere tintes dramáticos cuando muchos jóvenes se ven tentados por la siembra de coca y amapola para su sustento diario o bien cuando en las filas de la guerrilla les garantizan siquiera un plato de lentejas diario cuando antes pasaban hambre.

Criticamos su amistad con Hugo Chávez, un presidente tiránico del pueblo venezolano que restringe la participación política de otros sectores y la libertad de prensa y que en su territorio protege a cabecillas de las Farc. Medidas de su Gobierno como reformas tributarias, huecos fiscales y la promoción del capital extranjero profundizan la crisis social y no reflejan crecimiento de la producción, la infraestructura y la tecnología. La burocracia estatal, la proliferación de subsidios sociales y el aumento de impuestos, profundizará el desempleo y la inflación, y por tanto la pobreza.

Cabría preguntarle a estos jóvenes qué harían ellos con un vecino como Hugo Chávez, cuando está demostrado que una aptitud beligerante con un vecino con el que se comparten cerca de 2.000 kilómetros de frontera no logra más que exponer al país a una guerra binacional.

El estado de la justicia es un grave problema que no se soluciona mediante un proyecto de reformas accesorias y concertado con la rama judicial. Se requieren profundas reformas a la Constitución y deben participar en ella los sectores académicos e intelectuales, no los sectores políticos con intereses partidistas.

Si bien hay errores que deben corregirse en la Constitución, la figura de “académicos e intelectuales” mencionada por Restauración Nacional sea de confiar, y más cuando los diagnósticos que ellos comparten son similares a los que han impedido la salida al conflicto social que enfrenta el país.

La justicia social empieza por fortalecer la familia, creando proyectos productivos para las de menos recursos. Estamos en contra de la privatización de los servicios sociales, eso genera más desigualdad en la población. La educación y la salud deben ser un bien público, regulado y controlado por el Estado, pero administrado por el sector privado con concesiones. En definitiva, el gobierno de Santos no se diferencia en nada a los de sus antecesores. En materia de seguridad se diferencia del de Álvaro Uribe ya que la ha descuidado. Sus reformas son accesorias y mediocres, pues no son estructurales en lo político, lo social y lo económico.

Respaldamos su iniciativa de creación de nuevas empresas, promoción del empleo juvenil y el decidido respaldo a las tecnologías de la información.

De acuerdo con León Valencia, si bien hay un deterioro en la seguridad rural y urbana, ésta no sólo es responsabilidad del gobierno Santos. Un cambio en la estrategia de las Farc, que pasó de tener grandes campamentos y enormes columnas móviles a tener grupos cada vez más pequeños, viene desde el 2008. Otros analistas señalan que dicho deterioro se hizo visible recientemente porque la agenda de los medios de comunicación estuvo copada con el debate sobre la reelección de Álvaro Uribe.

Por otra parte, se ha demostrado si bien la moral de la tropa está baja, es por la falta de resultados operativos y la prolongación de las misiones en búsqueda de los cabecillas de la guerrilla de las Farc.

Semana.com: ¿Por qué no están de acuerdo con la paz negociada?

R.N.: La paz no se negocia, se impone. Negociar con terroristas, narcotraficantes, secuestradores, masacradores, torturadores es poner en la mesa de los victimarios el futuro, bienestar y desarrollo de la mayoría de colombianos. El único diálogo del Estado con los criminales es en los estrados judiciales. La paz negociada es una quimera que prolonga el conflicto, y el país ya pasó por esas amargas experiencias. La paz sin justicia es un engaño.

Es cierto que paz sin justicia es un engaño, y que lo digan las familias de los miles de desaparecidos por parte de las renombradas autodefensas. Pero eso de que “la paz no se negocia, se impone” es tamaño galimatías comprensible sólo para quienes conciben a todos los integrantes de los grupos alzados en armas como victimarios únicamente y no como víctimas también de la falta de Estado en regiones apartadas del país.


Semana.com: ¿Sus posiciones polémicas les han generado problemas de seguridad?

R.N.: Sí, los fundadores y cabezas visibles recibieron amenazas de muerte, uno tuvo que salir del país, otro casi fue secuestrado y otro más se tuvo que retirar de la vida pública.

Lamentable, pero cierto. Cría cuervos…

Semana.com: ¿Tienen alguna relación con las Fuerzas Militares?

R.N.: No tenemos relación directa con miembros activos de las Fuerzas Militares, pero trabajamos armónica y coordinadamente con algunas organizaciones militares y policías retirados, en la defensa de sus derechos pensionales, legales, jurídicos y políticos que han sido violados constantemente por el Estado colombiano.

Sería más que interesante que estos movimientos también trabajaran con las víctimas de los desmanes promovidos por agentes del Estado. Pobres ellos, víctimas algunos de quienes fueron ajusticiados por sus armas.

Semana.com: Finalmente, ¿qué significa el símbolo que los identifica?

R.N.: En el fondo, un mapa estilizado del territorio Colombiano, el ala azul representa la nobleza y la inteligencia, el ala roja representa el heroísmo y la justicia; en el centro, una cruz que simboliza las raíces cristianas de nuestra identidad nacional, circunscrita en un aro dorado símbolo de la prosperidad y riqueza. Los elementos se resumen en la frase: Con la cruz, con la pluma y con la espada por la Restauración Nacional.

Todavía hay inquisidores y jerarcas católicos por ahí sueltos tratando de acabar con la figura demoniaca del Estado laico con el que, según Laureano Gómez, masones y judíos pretenden apoderarse de la humanidad. Con ello es comprensible que ese fetiche católico por la sangre (de su Cristo, de los herejes…) terminara por convertirse en una necesidad manifiesta con la espada por la Restauración Nacional.

jueves, 14 de julio de 2011

Pequeños godos I


revistasemana
Hace unos días publiqué en este blog una nota en la que mencionaba los valores sobre los cuales se erige el movimiento Renovación Nacional. En esta corta serie, me permito hacer una versión comentada de la entrevista que los líderes de la joven organización le dieron a la revista Semana sobre diversos temas de la realidad del país. Aquí la primera parte.
Semana.com: ¿Qué es Restauración Nacional?
Restauración Nacional: Es un movimiento de jóvenes fundado el 13 de octubre de 2007 por universitarios que tienen fe en Colombia y creen su potencial para constituirse en una nación próspera, grande, libre y soberana. Buscamos convocar una movilización nacional, con representación de todos los sectores sociales, políticos y económicos, alrededor de la defensa de las bases cristianas, la protección de la cultura, tradiciones, historia, idioma, religión y valores que constituyen nuestra identidad nacional. Tenemos como base la defensa y promoción de la justicia, la libertad, la propiedad, la dignidad humana, el bien común, la solidaridad y la fe de todos y cada uno de los colombianos.
¿Cómo es que estos sujetos se dicen defensores de una identidad nacional? Puede ser porque es la identidad nacional que ellos convocan a movilizarse es una: la de ellos. Presumen que deben defender una cultura y unas tradiciones, aunque no señalan de cuáles están hablando. Bien puede tratarse de la misma perspectiva de quienes, como Laureano Gómez, consideraban que su ideología debía imponerse so pena de muerte. ¿Cuál será la cultura y las costumbres de las que hablan? ¿Las vallunas, las santandereanas o las llaneras…?

Uno de los errores más grandes que se han cometido en la historia colombiana ha sido crear ficciones de consensos, todos a partir de las necesidades y perspectivas de sólo una comunidad. Así, se han terminado por imponer unas visiones sobre otras, sometiendo a éstas últimas a la extinción. Bien puede tratarse de esa visión y esa costumbre española que caló en los yuppies renovadores.
Semana.com: ¿De dónde nació la idea de crear un movimiento de derecha?
R.N.: A partir de un grupo de estudiantes de la universidad de los Andes, la Militar y el Rosario, que hacen parte de una generación cansada de 50 años de violencia, pobreza, injusticia y corrupción heredada de nuestros padres y abuelos. No queremos dejarles esa misma Colombia a nuestros hijos. Nos inspiran las palabras del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado, quien pidió que su muerte no fuera un sacrificio inútil, sino un símbolo que convocara un movimiento de restauración nacional.
Sólo una cosita: Ese prohombre que los pequeños godos mencionan, Álvaro Gómez, fue asesinado no por sus convicciones conservadoras, sino por aquéllas que bien podrían ponerlo en la lista de liberales más destacados de la historia reciente.
Semana.com: En síntesis, ¿qué le responden a María Jimena Duzán quien los mencionó en su columna “Cuando la mano negra se indigna”?

R.N.: No somos un movimiento misterioso de extrema derecha, ni uribistas, ni antisantistas, ni actuamos violentamente, ni cometiendo actos terroristas. Criticamos lo que tenemos que criticar sin cálculo partidista o electoral, dentro de la legalidad y valores democráticos. Queremos la reparación integral de las víctimas de la violencia y la corrupción, pero quienes deberían asumirlo no deben ser todos los colombianos sino los mismos victimarios y los gobernantes y partidos que no actuaron o participaron o fueron condescendientes con ellos.

Desde mi muy humilde perspectiva, el Estado, y a través suyo todos los colombianos, debe reparar  a las porque desde hace más de 50 años el país ha pretendido invisibilizar la guerra, y con ella, a las víctimas de todos los bandos.
líderesSemana.com: ¿A qué políticos de la historia colombiana admiran y consideran faros ideológicos?

R.N.: Laureano Gómez y Miguel Antonio Caro son nuestros guías ideológicos. A Álvaro Uribe Vélez, Rafael Núñez, Fernando Londoño y Álvaro Gómez Hurtado los consideramos figuras dignas de admiración.
Como no podían ser otros, los ídolos de los pequeños godos son prohombres de la patria, merecedores de toda clase de altares, no solo en las plazas, sino al lado de vírgenes y santos. Laureano Gómez, el bipolar que ayudó con sus discursos tóxicos a incendiar la segunda mitad del siglo XX en el país; Miguel Antonio Caro, impositor de una constitución regresiva y hegemónica, que no reconocía sino una cultura y una visión de país. Además, Álvaro Uribe Vélez, cuya demagogia guerrerista terminó por polarizar el país entre “gente buena, de familia” (como Jorge Noguera y Felipe Sierra) y terroristas, y cuya confianza inversionista no fue otra que entregar gabelas innecesarias a grandes empresarios; Fernando Londoño, el desfalcador de Foncolpuertos y Álvaro Gómez, un conservador afortunadamente converso.
Semana.com: ¿Cuál es la visión de país que tienen?

R.N.: Una nación próspera, con crecimiento económico sostenido, que beneficie la iniciativa privada como motor de desarrollo pero sin privilegiar el capital financiero; cabeza de Hispanoamérica, influyente, donde los intereses nacionales y el bien común prime sobre los interés particulares, extranjeros y multilaterales. Sin totalitarismos de Estado donde cada cual sea promotor de su propio desarrollo y crecimiento. Sin secuestros, sin violentos, sin corruptos. Con justicia social, económica y política, donde los delincuentes y criminales sean castigados con todo el peso de la ley. Donde el Estado regule el capital y la economía esté al servicio del hombre, no el hombre al servicio de la economía. Consideramos que el poder político debe ser reformado para darle paso a los sindicatos, los gremios, las asociaciones profesionales, los campesinos, la Iglesia, etc.; sin discriminación positiva o negativa por razones de raza, religión, sexo, edad, riqueza, etc. En Paz: sin terroristas de las Farc, ELN, Paramilitares, Bandas Criminales o narcotraficantes. La única institución que debe tener el monopolio de las armas deben ser las Fuerzas Militares.
Es un poco incoherente trazarse como propósito la justicia social, y el desarrollo propio teniendo a Álvaro Uribe, Miguel Antonio Caro y Laureano Gómez –por no mencionar el catolicismo- como estandartes ya que cada uno de ellos no logró más que obstaculizar propuestas de cambio. Sí, su cambio era el mismo ofrecido por los primeros misioneros a los indígenas americanos: conversión y muerte.

En pocos días una nueva entrega de esta serie.