Las travesuras del Tea Party han tocado su límite el día de hoy. Más allá de cuán terrible sea el capitalismo como sistema económico y social, y de la evidente necesidad de revaluar el sistema, el ‘partido del té’ evidenció su desinterés por el bienestar de las mayorías, no sólo de Estados Unidos, sino del mundo entero.
Al obstaculizar las negociaciones entre demócratas y republicanos –a quienes dominaron a su gusto- para subir el techo de la deuda de Estados Unidos, el ala radical obligó a Barack Obama a reducir el gasto en asistencia médica para las minorías, mientras que el gasto en defensa y los impuestos para los más ricos no fueron alterados en lo más mínimo.
Esa ala, conformada por una minoría blanca, anglosajona y protestante (sí, los mismísimos WASP) no le ha perdonado a Obama llegar a la presidencia siendo negro. Lo señalan como responsable de no levantar la economía estadounidense, cuando un presidente suyo la expuso a la peor debacle al desregular la banca privada; lo ven como incapaz de devolver las tropas a casa cuando un presidente suyo fue quien las envió a lo más profundo de Persia y Afganistán. Es más, lo consideran responsable de la crisis como resultado de la que llaman ‘falta de liderazgo’ para reactivar la economía. Eso me lleva a preguntarme ¿pudieron inventarse un argumento más forzado? ¿Cómo se mide el liderazgo de un opositor?
Pero, separándonos de la discusión sobre su odio hacia Obama, el Tea Party ha expuesto al mundo a pagar los desmanes de una política fiscal diseñada para engordar los bolsillos de los que más tienen. No sobra recordar que buena parte de los ingresos del movimiento derechista vienen de los grandes conglomerados económicos, y que su crecimiento se da a partir del impulso que le dio Murdoch a través de la incendiaria Fox News. Y nos ha expuesto porque dicha política fiscal expone a la economía más grande del planeta a estas drásticas caídas cada cuanto, con lo que podrían llevarse por delante el resto de los países, no sólo a las economías tropicales como la colombiana, sino a las europeas y asiáticas también.
Es que al desregular a los más ricos, llevan a Estados Unidos a endeudarse hasta el tuétano, olvidando con su demagogia derechista que sin que los más ricos tributen, exponen a todo el aparato estatal al colapso.
Esto no importa para ellos, toda vez que su fe es el capitalismo y el darwinismo social. La filosofía de los republicanos –acervada por el movimiento de marras- lleva a pensar que si hay pobres es porque Dios, su Dios, así lo quiso y que los pobres siguen siéndolo porque son perezosos a los que les conviene su condición de miseria porque así, sin trabajar, igual serían sostenidos por el Estado. Entonces, si el Estado se hace más grande es porque hay intereses oscuros por sostener a una manada de vagos que no han podido evolucionar, tal y como lo señalan los cánones de la evolución social.
Falta ver qué pasará cuando se tenga que debatir nuevamente el techo de la deuda y nos expongan a una caída en cadena de la economía global. Por el momento, cunde el pánico por cuenta de la reducción en la calificación de la deuda de Estados Unidos por parte de la cuestionada Standard & Poor’s.
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